Hace dos años

Hoy haré para ustedes algo que no haría por nadie más. Abriré mi cuenta de correo y les dejaré leer mis mails familiares. Los que les escribía a mi familia desde Cuba contándoles de cómo iban los trámites para mi salida. Hoy hace justamente dos años que comenzó todo y como sabía lo que me esperaba, a mí y a mi familia con aquello, decidí que lo mejor era que les contara en tono de película de domingo por la tarde, para no incomodarnos demasiado.

Así surgieron estos correos que separé por capítulos y se los enviaba cada día. Ahora los vuelvo a leer y revivo todos los momentos que pasé en cada uno de mis trámites, definitivamente no hay dudas, nuestro país es un surrealismo tropical. Antes de que empiecen a leer permítanme aclararles que cada uno de los hechos que cuento son totalmente reales. Cuanto mas raros y extraños les parezcan, mas ciertos son. La historia comienza así.

He estado dos días dando vueltas por media habana intentando conseguir todo lo necesario para hacerme el pasaporte. El sello de 55 CUC que no aparecía en ningún banco, las fotos que me las hicieran al momento. En fin con todo en mis manos, parto para mi oficina de Inmigración y llego cerca del mediodía.

Oficiales sonrientes y amables me reciben y me explican exactamente a qué oficina de las tantas que tiene el recinto, debo dirigirme para hacer la solicitud de mi pasaporte. Otra oficial, sonriente y amable también, me recibe. Me pide el sello de 55 CUC y el recibo del banco en donde lo compre.

Revisa mis fotos pues tienen ciertos requerimientos, que se vean las orejas, cuello y corbata, en fin, una serie de cosas.Todo en orden. Me pide mi carnet de identidad y…..  Ahí comenzó la película de Juan Carlos Tabío o de Titón, o de los dos juntos, porque lo que me ha sucedido a partir de ahí, cabe en cualquier guion que ellos hubiesen filmado. «Se permuta», «Guantanamera», «La muerte de un burócrata» o «Adorables mentiras».

Todas esas las he vivido en un día.
– Su carnet de identidad está muy deteriorado. Lo siento, pero no puedo aceptárselo de esa manera, debe cambiarlo.
– Pero mi vida, yo sé que esta malito y eso, pero es tan importante para ti ahora? Yo lo hago más adelante, pero necesito tener cuanto antes mi pasaporte, sabes cómo son las cosas.

– Mi amor, aunque te acepte ese carnet ahora, cuando lo cambies, cambia el número de serie, que es este numerito rojo que está aquí atrás, lo ves? Bueno, si cambia ese número, tu pasaporte se invalida y tienes que hacerlo de nuevo, y no quieres perder 55 CUC solo por no regresar el lunes, verdad? Además, el carnet te lo hacen al momento.
– Está bien, regreso el lunes entonces – acepte resignado.
– Mira, te voy a dar las planillas para que el lunes no pierdas tiempo pidiéndolas, solo las entregas y ya está. Eso no se puede hacer. Te espero el lunes hasta las 2 de la tarde.

Definitivamente la suerte estaba de mi lado, la oficial me adelanto el trámite de las planillas, eso me daba ánimo para seguir adelante con el carnet de identidad. Pero eso también tiene requisitos. Debo llevar tres fotos tamaño carnet y un sello de 30 pesos cubanos. A correr y tirarme las fotos al momento. Ah! Pero la suerte estaba de mi lado. Justo al bajarme de la guagua veo un cartel flamante, casi celestial, en el que se leía: «Fotos al momento».

Desconfiado de la publicidad criolla le pregunto al fotógrafo si realmente hace las fotos al momento y me dice que sí, solo demoraran 10 minutos y me hacia 4 fotos por 1 CUC. Luego de haber pagado casi 5  por las de pasaporte esto era una ganga, así que acepte.

En poco tiempo tuve mis 4 fotos en las manos y aun me quedaba tiempo para pasar por la casa a dejar las planillas de solicitud del pasaporte, luego ir al banco y si seguía de suerte conseguiría los 30 pesos en sellos y en unas dos horas tendría mi carnet de identidad nuevecito.

Así fue, luego de tomarme un vaso de refresco instantáneo en la casa me fui al correo en donde encontré enseguida los sellos que necesitaba. Todo me favorecía. Hasta pude coger una guagua sentado a la 1 de la tarde para llegar hasta las oficinas del Carnet de Identidad. Cargado de optimismo, constato que realmente el trámite para sacar mi carnet es expedito. Máximo en una hora saldría con mi nueva identificación en mi bolsillo. Que emoción!

Espero a que me llamen rodeado de toda una fauna del municipio. Una embarazada que quería inscribir a su hijo, unos muchachitos que sacaban su carnet por primera vez y hasta uno medio tonto que se le ocurrió plasticar el suyo para conservarlo mejor. Al fin me llama la muchacha, o al menos dijo algo parecido a mi nombre y como nadie se levantó, era a mí a quien llamaba.

Esa técnica no me ha fallado en 31 años de nombre árabe «latinizado» por mi madre. La muchacha muy sonriente luego de aclararle cual es mi nombre me pregunta mis apellidos y lee algunos de mis datos recogidos en la computadora que tiene delante.
– ¿Hijo de Irene y Ángel?
– Si
– ¿Vive aún en la misma dirección?
– Aja, ahí nací y aún vivo.

La muchacha busca un sobre que tiene mi nombre y lo vacía sobre la mesa. Tenía frente a mi todas las fotos de mis documentos de identidad desde los 12 años. Ahí estaba retratado con la «camisa de las desgracias». Una de aquellas «bacterias» que se usaban en los 90, escandalosa a mas no poder y que, cada vez que me la ponía, tenía que salir sin poder cambiarme a un hospital o una funeraria.

Solo imagínense que los colores que combinaba son naranja, morado y verde olivo. ¡¿Cómo pude ponerme eso alguna vez en mi vida?! Otra de las fotos con una camisa de mi hermano mayor. Una blanca y negra que a los dos nos encantaba y el odiaba que me la pusiera y esta última, en la que tengo porte de presentador de noticieros. Camisa blanca y saco negro.
– ¿Ese eres tú?
– Ese mismo. He cambiado, pero ahí me mantengo más o menos.
– Que pena que solo estés aquí en fotos….
Creí entender un piropo detrás de esa frase y como suelo hacer para salir de situaciones complicadas, me sonreí.
– No te rías – me dijo, a su vez, muy sonriente – Que solo estén tus fotos no es de risa.
Música de terror inundando la sala. Todo oscureció de repente y hasta algunos truenos se escucharon. Pero no, no podía pasar nada. ¡¿Que podía suceder?!
– Bien – me dice ella, casi en tono de confesión – No te endulzare la noticia. Se ha perdido tu certificación de nacimiento de este sobre y para nosotros aquí no existes.
Todas las películas de nuevo frente a mí. ¡¿Cómo no voy a existir?!  ¡¿Quién querría desaparecer mi certificación de nacimiento?!
– Mi vida, ¿Cómo que «se ha perdido»? ¿Cómo pasó eso?
– Lo siento, no tengo respuesta para eso. Pero si te consuela, no eres el único. Hace como dos meses botaron a todo el mundo de aquí por las pérdidas que había. Imagínate que todos estos sobres estaban en el parqueo de la unidad, al aire libre, como Tropicana, mi vida. Pero mira, tiene solución. Me traes una certificación cualquiera, no importa que sea vieja y con mucho gusto te hago el carnet. Yo estoy aquí hasta las 7 de la noche. Busca en la casa cualquiera que tengas y me la traes para acá.

Ah! De nuevo una solución. Es que la suerte esta de mi lado. Y seguro que en la casa podría encontrar alguna de las certificaciones viejas. Mi madre es una adicta a esos papeles. Creo que hace poco vi alguna por allá. Eran apenas las 2 de la tarde. Tenía tiempo aun. Podría tener mi Carnet hoy mismo como había planeado.

Luego de revolver, literalmente, todas las gavetas de la casa encontré certificaciones de todo el mundo, hasta de uno de los esposos de mi madre, pero mía, ni una sola. Desistí. Ya eran las 4.30 de la tarde y quería saber cómo podía hacer para sacar una nueva. De todas formas tenía que hacerlo pues es uno de los documentos que debo enviar junto con mi pasaporte. Luego de consultar por teléfono me dicen que pueden demorar hasta 10 días si se hace rápidamente.

Nada, que todo parece indicar que la suerte no me acompañó hoy como pensaba. Pero aproveche el optimismo con el que encare todo para cocinar. Tengo el refrigerador lleno de croquetas de picadillo de pollo. Más de 100, se los aseguro. No tendré carnet de identidad, ni pasaporte, ni certificado de nacimiento, no existiré pero al menos tendré desayuno y merienda por varios días.