Harto

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Estoy harto de las malas noticias. Secuestros, asesinatos, suicidios, decapitaciones, terremotos, epidemias. Estoy harto de lo gráfica que se ha vuelto nuestra realidad, sin un mínimo espacio para imaginarnos algo distinto.

Los diarios hace mucho que no acompañan el café en los desayunos. ¿Quién podría empezar el día con esos titulares de portada? Ya no nos sentamos a cenar con la tele encendida. No existe comida alguna que se pueda acompañar con las imágenes que se transmiten.

Nuestro rostro ha cambiado el gesto de la sonrisa por un rictus de odio, una máscara de amargura se nos posa en la cara con cada noticia que nos llega. Pareciera que, a fuerza de vendermos «la verdad», los medios nos arrebataran casi el último de los derechos que nos queda a los seres humanos, el derecho a soñar, a imaginarnos la vida de la mejor manera.

Es imposible dar la espalda a lo que sucede día a día en el mundo, pero no creo que sería injusto rodearnos de un poco de belleza, de optimismo, de buena vibra. Al final del día es nuestra, y solo nuestra, la resposabilidad de ser felices.

Si cada uno de nosotros hace su parte, quiza los medios nos devolvieran el otro rostro del mundo que habitamos. Despues de todo, el mundo somos nosotros, su rostro es el nuestro. Si reímos él reirá, si lloramos sus lágrimas nos inundarán, si matamos él terminará haciéndolo también.

Tal vez, cuando hayamos aprendido nuevamente que la vida es disfrutable, volvamos a leer los diarios junto al café del desayuno y nos sentemos todos a la mesa a cenar mientras el noticiario nos devuelve sonrisas desde todos los rincones del planeta. Corrige esa arruga que tienes en el entrecejo. Quizá hoy podamos empezar el cambio. Solo sonríe. Tú puedes.